martes, 24 de mayo de 2016

ANIVERSARIO Y ESTOCOLMO

Se cumple ahora un año de las elecciones municipales del 24 de mayo de 2015 que favorecieron un vuelco importante, histórico para algunos, en el panorama de Olite/Erriberri al romper la candidatura Agrupemos/Elkartu el bipartidismo UPN/PSN que había gobernado los últimos treinta años. Los 1.043 votos que obtuvo la agrupación progresista que encabezó Andoni Lacarra, un joven empleado de Fagor-Ederlan que no llegaba a los 30 años, le dieron la Alcaldía y los seis ediles sobre once que le permiten hoy gobernar con mayoría absoluta.
            No es momento de balances definitivos cuando el barco solo ha navegado el 25% de la singladura, pero sí conviene mirar un poco atrás para bosquejar cómo crece este árbol plantado hace doce meses, si avanza derecho o se desvía, si admite correcciones o no.
            En lo positivo, sin duda, se han dado pasos de gigante en proximidad y transparencia. El Ayuntamiento ha abierto ventanas y las habitaciones han perdido un aire viciado durante décadas. Se ha vuelto a las comisiones informativas de ciudadanos, se graban los plenos y atiende a los medios con equidad, se rinden, por ejemplo, las cuentas del presupuesto municipal en una asamblea en la Casa de Cultura en la que los olitenses pueden interpelar en qué se gastan los dineros, etc...
            En lo económico, el problema es la deuda heredada que mantiene a Olite/Erriberri en el sexto municipio más empeñado de Navarra, un tapón que se desatasca al ralentí, con ajuste de gasto y poca inversión. Una tendencia que consiste, lentamente, en amortizad deuda y, si es posible, reducir una presión fiscal que, a costa de subidas, acogotó a los vecinos en la anterior legislatura. Los nudos gordianos de La Moraleja o favorecer la creación de empleo local se desatarán con una economía sana.
           En lo mejor también, la ampliación de horizontes que ha permitido que, por ejemplo, Olite/Erriberri apareciera en la contraportada de periódicos tan influyentes como El País con motivo del 400 aniversario de la muerte de Shakespeare organizada desde el Globe de Londres o que el conocido ácrata Lucio Urtubia llenara la Casa de Cultura antes de regresas a su casa de París. Un hito importante, de higiene democrática más que necesaria, fue la colocación de la placa que en la facha del Ayuntamiento honra la memoria de los 50 vecinos asesinados por el franquismo, a pesar de la reticencia del voto conservador local que se arrepentirá toda la vida de esa inmadurez. Mirar hacia otro lado pesa mucho a estas alturas del s. XXI. La oposición sigue con sus palos de ciego en el Ayuntamiento, carece de objetivos y conoce mal la realidad o es irrelevante. Le falta un relevo generacional.
            Un año, como señalábamos al principio, es poco pero da idea de cómo crece ese pequeño retoño que nació hace doce meses y que, en el lado de los riesgos, no tiene mayor dificultad para cimentar un municipio más moderno todavía arrastrado, en asuntos, por cierto clan que tuvo la sartén por el mango durante 30 años e influye, penosamente aún, en algunos ediles de peso cual síndrome de Estocolmo del que, desde la ciudadanía, hay que controlar para que no arruine una conquista ilusionante que no cuaja en una ni en dos legislaturas, en una ni en dos personas.


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