martes, 17 de abril de 2018

POMPA Y FUNERALES REGIOS EN SAN FRANCISCO DE OLITE

Tumba de la dama de Mauleón en los franciscanos
La iglesia de San Francisco de Olite acogió en el siglo XV, con gran pompa y esplendor, algunos de los funerales de los hijos de los reyes de Navarra, que después de velados con medio millar de cirios y antorchas en una capilla cubierta con sedas negras eran trasportados en andas hasta la catedral de Pamplona por un cortejo que podía superar las 200 personas y que recorría los 40 kilómetros de distancia en una jornada.
            Si bien el rey Carlos III el Noble y su esposa Leonor fueron honrados a su muerte en la iglesia de Santa María la Real cercana al Palacio, en 1425 y 1415, respectivamente, la iglesia y el convento de los frailes franciscanos, cerrados desde 2014, tuvieron también una gran relevancia para la familia real y prueba de ello es que acogieron los cuerpos de algunas princesas nada más morir, tal y como ha contado en distintos trabajos de investigación la historiadora estellesa Merche Osés Urricelqui.
Sepulcro situado a la entrada de la iglesia olitense
            Estas imponentes ceremonias de duelo se organizaban en torno a un túmulo o capilla en la que se instalaba el cuerpo cubierto con telas negras de calidad adquiridas en Londres, Bristol o Lovaina, según las huellas dejadas en las cuentas reales. Las habitaciones del castillo también se revestían de luto y para el duelo la familia adquiría ropa confeccionada con paño oscuro.
            Uno de los majestuosos funerales que documenta Osés en San Francisco fue el de la infanta María, que murió en Olite el mediodía del miércoles 6 de enero de 1406. Su padre Carlos III estaba ausente en Francia y la reina Leonor, lugarteniente del reino, se hizo cargo de la ceremonia.
            María fue velada toda la noche en la iglesia de los frailes. Su cuerpo se introdujo en un ataúd de pino cubierto con un paño negro sobre el que había una gran cruz blanca. “Esa noche se colocaron 60 antorchas, 402 cirios y una gran cantidad de velas ....”. Al día siguiente, el cadáver fue llevado en andas hasta la capital navarra por un séquito de más de 220 acompañantes, lo más granado del reino, como su hermano bastardo Leonel, el Mariscal de Navarra y otros nobles y clérigos como el señor de Gurrea, Beltrán de Lacarra, Pedro Arnaldo de Garro o el prior de San Juan de Jerusalén.
Juana la Loca de Castilla ante el féretros de su marido
            Ya en Pamplona, el viernes 8 de enero, María fue enterrada en una capilla situada en el coro de la catedral, decorada con el escudo de armas de Carlos III de Evreux.
            Una segunda ceremonia real documentada también en San Francisco de Olite fue la de las honras fúnebres por la hija primogénita de los reyes, la infanta Juana, que murió en julio de 1413. La también condesa de Foix fue velada en un acto en el que también se recordó a otros caballeros que había desaparecido recientemente, como Pierres de Navarra, conde de Mortain y hermano del rey; así como a Pero Sanz y a Pierres Duhalde.
            Las crónicas cuentan que se tiñeron telas de luto para adornar la capilla con distintos escudos y paños de oro. La Casa Real también adquirió velas y cirios de distintos tamaños y 100 capellanes cantaron misas el día de las honras fúnebres.
            Además, los clérigos de Olite recibieron un donativo y hubo limosnas para “40 pobres vestidos de negro con capirotes de luto que llevaban velas”. El sacristán de San Francisco portó una cruz y aquel día tocaron todas las campanas de las iglesias del pueblo en recuerdo de la princesa muerta. Los cuantiosos gastos sumaron 804 libras.
            La iglesia de San Francisco mantiene hoy distintos sarcófagos en los que fueron enterrados miembros de la nobleza navarra, como el de una dama de la familia Mauleón ubicado cerca del altar principal o varios a la entrada del templo junto a la figura del arcángel San Miguel.

Óleo de Francisco Pradilla que recrea el entierro de Felipe el Hermoso


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